jueves, 21 de mayo de 2009

sublimaciones


Si lloro es porque en el duelo siempre volvemos para atráS.
Recuerdo el día en el que nació mi hija: me levanté con la certeza de que en unas horas, ella ya vería este mundo. Tomé un té y le dije a mi papá que ése era el día. Horas más tarde comenzaron las contracciones. Cuando ya eran continuas me duché, tomé un bolso y me fui a la Maternidad.
El padre de mi hija me acompañó. El mío a la madrugada debía ir a un concurso de pesca.
Me preparon para parir, atacada de dolor me llevaron a la sala de pre-parto… estaba bastante asustada.
Mi padre me había contado que cuando nació mi hermano todo resultó un milagro: creían que había nacido muerto pero cuando lloró fue tan estridente que retumbó en toda la clínica. Cuando, dos años después, nació mi hermana, la vida de mi madre corría peligro y los médicos le dieron a elegir entre la vida de la niña o la madre. Él opto por la segunda. Sin embargo, las dos sobrevivieron.

Mi hija nació a las 6:15 de la mañana, de parto normal.
El padre de mi hija se fue a las 11:00 de la mañana y yo me quedé sola en la habitación hasta la hora de visitas.
Mi padre llego a las 17:30, entró a la habitación y se le quebró la voz al vernos a las dos. Se enamoró de mi hija.

¿Por qué, entonces, su impostergable concurso de pesca? Porque sí, porque sabía que este parto iba a salir bien, porque él tenia siempre certezas para conmigo.

Ahora escucho Soul Rebel, de los Wailers, y sin porro me hace llorar, me hace acordar a mi viejo cuando me veía jugando con una muñeca negra de trapo que le había comprado a una mujer en Jamaica y me contaba conmovido lo que había visto.

A mi me conmueve aún, y creo que siempre será así, el hecho de haber visto aún sus ganas de vivir sabiendo que ya estaba el final a pocas horas, clamando por su madre y diciéndome que yo era fuerte.

Hay canciones que me hacen recordar. Me hacen llorar y reír.